S E M A N A 12 - Rin Rin Renacuajo

 Poema escrito por Rafael Pombo

El renacuajo paseador 1

El hijo de Rana, Rinrín renacuajo,

salió esta mañana muy tieso y muy majo

con pantalón corto, corbata a la moda,

sombrero encintado y chupa de boda.

—¡Muchacho, no salgas! —le grita mamá

pero él hace un gesto y orondo se va.

 

Halló en el camino, a un ratón vecino

y le dijo: —¡Amigo!— venga usted conmigo.

Visitemos juntos a doña Ratona

y habrá francachela y habrá comilona.

A poco llegaron, y avanza Ratón,

Estírase el cuello, coge el aldabón,

da dos o tres golpes, preguntan ¿quién es?

—Yo doña ratona, beso a usted los pies.

 

¿Está usted en casa? —Sí señor, sí estoy,

y celebro mucho ver a ustedes hoy;

estaba en mi oficio, hilando algodón,

pero eso no importa; bienvenidos son.

 

Se hicieron la venia, se dieron la mano,

y dice Ratico, que es más veterano:

— Mi amigo el de verde rabia de calor,

démele cereza, hágame el favor.

 

Y en tanto que el pillo consume la jarra

mandó la señora traer la guitarra

y a renacuajo le pide que cante

versitos alegres, tonada elegante.

 

—¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,

pero es imposible darle gusto ahora,

que tengo el gaznate más seco que estopa

y me aprieta mucho esta nueva ropa.

 

—Lo siento infinito —responde tía Rata—,

aflójese un poco chaleco y corbata,

y yo mientras tanto les voy a cantar

una cancioncita muy particular.

 

Mas estando en esta brillante función

de baile, guitarra y canción,

la gata y sus gatos salvan el umbral,

y vuélvese aquello el juicio final

 

Doña gata vieja trinchó por la oreja

al niño Ratico maullándole: “¡Hola!”

Y los niños Gatos a la Rata vieja

uno por la pata y otro por la cola.

 

Don Renacuajito mirando este asalto

tomó su sombrero, dio un tremendo salto.

Y abriendo la puerta con mano y narices,

se fue dando a todos noches muy felices.

 

Y siguió saltando tan alto y aprisa

que perdió el sombrero, rasgó la camisa,

se coló en la boca de un pato tragón

y este se lo embucha de un solo estirón.

 

Y así concluyeron, uno, dos y tres

Ratón y Ratona, y el Rana después.

Los gatos comieron y el pato cenó,

¡y mamá Ranita solita quedó!


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